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Columna José Ramón Valente: ¿Informales o ilegales?
22 Septiembre, 2020
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Columna José Ramón Valente: ¿Informales o ilegales?

José Ramón Valente: “Los países que se hacen los lesos con la economía informal terminan siendo más pobres y más corruptos”.

Eufemismo es una palabra más suave con que se sustituye otra considerada demasiado franca. Hay uno que me encanta. Algunos carabineros se refieren a un quiltro como: “Un can en situación de calle”. En la discusión pública abundan los eufemismos. Nos cuesta decir las cosas por su nombre y muchas veces por no hacerlo dejamos de transmitir la gravedad o severidad de algunos eventos o situaciones. La economía informal es una de esas expresiones que han sido suavizadas para aumentar su tolerancia y disminuir su importancia.

Economía informal es un eufemismo que usamos los economistas para referirnos a las empresas y personas que no cumplen las leyes y regulaciones de sus respectivas actividades, en beneficio propio y en perjuicio de otros y de la sociedad. Llamamos cándidamente informales a los empresarios que no hacen las cotizaciones previsionales de sus trabajadores o simplemente no les hacen contrato de trabajo. También a los que no inscriben sus propiedades para no pagar contribuciones y los que compran y venden en la calle sin pagar IVA ni patentes comerciales.

Chile ya es un país con altos niveles de informalidad. A principios de este año habían en Chile cerca de 2,6 millones de trabajadores informales, esto es cerca de 30% del total. La mayor parte de dichas personas trabaja en pequeñas o micro empresas en condiciones de mucha precariedad, sin contrato de trabajo, sin cotizaciones previsionales, sin cumplir las regulaciones sanitarias, ni las mínimas condiciones de prevención de accidentes en el lugar de trabajo.

Por el lado de los impuestos, Michel Jorrat (entrevista con “El Mercurio” el 15 de sep. 2020) estima que el Estado deja de percibir cerca de US$ 21 mil millones anuales por concepto de evasión del IVA y del impuesto a la renta de las empresas y personas naturales. Para tener una referencia de este monto, cabe recordar que la reforma tributaria aprobada durante el gobierno de Michelle Bachelet pretendía recaudar US$ 8 mil millones anuales. Por su parte, el monto total de los fondos de emergencia aprobados en el acuerdo transversal liderado por el ministro de Hacienda y firmado el pasado 14 de junio es de US$ 12 mil millones por una sola vez. En simple: US$ 21 mil millones al año es mucha plata.

Los países que se hacen los lesos con la economía informal terminan siendo más pobres y más corruptos. La correlación es bastante fuerte y clara al comparar ingreso per cápita entre países con alta percepción de la corrupción y alta informalidad. La explicación (causalidad) es obvia. Cuando una sociedad establece regulaciones exigentes para luego aplicarlas solo a algunos de sus miembros, quienes no cumplen la regulación adquieren una ventaja competitiva sobre quienes sí la cumplen. Ciertos comerciantes del barrio Meiggs, que no dan una boleta ni de milagro, obviamente tienen ventaja respecto de los comerciantes de la calle Ahumada o Estado. AliExpress, que hace todos sus envíos por Correos de Chile sin pagar impuestos (el volumen es demasiado grande y Correos no es capaz de fiscalizar), adquiere una ventaja competitiva respecto a Amazon, Falabella y todos los otros comercios bien establecidos. La consecuencia final de esta dinámica es que nos llenamos de sándwich de potito y marcas pirateadas. Eso para algunos podría ser aceptable porque “nivela la cancha”.

Pero ese efecto es solo la punta del iceberg. Las economías informales truncan los sueños de los emprendedores, porque si estos no cumplen la regulación y no pagan sus impuestos, no tienes acceso al crédito, y si lo hacen, el competidor informal los saca del mercado. La economía informal espanta a los inversionistas serios y alienta a los chantas. Las empresas prestigiosas no pueden arriesgar su marca operando sin permisos, pagando coimas o evadiendo impuestos. El costo de que los pillen es demasiado alto. Así que no se arriesgan aunque la probabilidad sea baja. El chanta, en cambio, se mueve como pez en el agua en ese ambiente. Si no lo pillan, la hace, y si lo pillan, muere en su ley.

El Chile pospandemia va ser uno con alto desempleo y empresas financieramente débiles. Es el caldo de cultivo perfecto para hacer vista gorda con la economía informal. El ministro Briones lo tiene claro. De hecho, ya anunció que los programas de recuperación del empleo vienen con incentivos a la formalización y que redoblará los esfuerzos para mejorar la regulación, tarea que viene realizando hace un buen tiempo el Ministerio de Economía a través de su unidad OPEN.

Los países con alta informalidad están llenos de regulaciones que son letra muerta, como la cuarentena argentina. Los países prósperos tienen menos y mejores regulaciones. La tarea es titánica, ministro. Si lo criticaron por querer gastar bien la plata de todos los chilenos, me imagino cómo lo van a criticar cuando proponga cambiar regulaciones obsoletas, iniciativas para que las pymes cumplan las leyes y proyectos para sacar a los ambulantes (eufemismo de comercio ilegal) de las calles y devolvérsela a los peatones.

José Ramón Valente
Economista