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Columna José Ramón Valente: “Recoger Cañuela”
15 Diciembre, 2020
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Columna José Ramón Valente: “Recoger Cañuela”

José Ramón Valente: “El próximo año los gastos del fisco chileno superarán a sus ingresos en cerca de US$ 11 mil millones, equivalentes a 4,3% del PIB”.

Los ahorros son para usarlos cuando hay situaciones de emergencia, qué duda cabe de eso. Pero también es cierto que para usar los ahorros hay que tenerlos.

Chile nunca tuvo ahorros a los que echar mano en situaciones de emergencia. Nuestra historia republicana post boom del salitre nos habla de un país que vivía siempre al tres y al cuatro, agobiado por las deudas y dependiente de las ayudas internacionales. Solo a partir de la segunda mitad de los 80, respaldados por el trauma generado por la crisis de deuda de los años 82-83 y afirmados en convicciones a toda prueba, los ministros Büchi, Foxley, Aninat, Eyzaguirre, Velasco, Larraín y Valdés crearon una nueva tradición para nuestro país: ahorrar para los tiempos de crisis. A ellos les debemos el bajo nivel de deuda pública, la buena clasificación de riesgo que nos permite endeudarnos a bajas tasas de interés, la regla de superávit estructural, la existencia de los fondos soberanos y del fondo de cesantía, etc. Gracias a ellos y a quienes usaron su capital político para apoyarlos, Chile pudo enfrentar la crisis asiática de 1998-1999 y la crisis financiera de 2008-2009 de mejor manera que las crisis económicas anteriores, con recesiones cortas (menos de un año) y caídas moderadas del PIB (menos de 2%). Gracias a ellos, la ayuda financiera entregada por el actual Gobierno para aliviar los dolores de la pandemia ha sido de una cuantía sin precedentes (cerca de 12% del PIB) y similar a la de países mucho más ricos que nosotros, como EE.UU. y Australia (FMI).

Producto de los gastos extraordinarios y la merma en los ingresos fiscales asociados a la pandemia y a la crisis de octubre del año pasado, el próximo año los gastos del fisco chileno superarán a sus ingresos en cerca de US$ 11 mil millones, equivalentes a 4,3% del PIB. Si no somos capaces de recoger cañuela, hacia fines de esta década nuestro país volverá a ser un país sin ahorros, sin acceso al crédito, vulnerable a cualquier estornudo de la economía mundial y dependiente de la ayuda de los organismos multilaterales como el Banco Mundial y el FMI.

Pero claro, como decía el gran Winston Churchill, “los ahorros son una gran cosa, especialmente cuando los hacen tus padres”. El desafío de Chile es tener la capacidad y, sobre todo, la convicción de recoger cañuela una vez que haya pasado la crisis sanitaria. Eso implica que la actual generación de chilenos sea capaz de limitar sus gastos y postergar sus necesidades de la misma manera que lo hizo la generación de los últimos treinta años. Implica validar y retomar la nueva tradición chilena de ahorrar para las crisis, porque de una cosa podemos estar seguros: habrá nuevas crisis. Y, sobre todo, requiere que a quienes les toque gobernar y estar en el Congreso de 2022 en adelante usen su capital político para respaldar a los futuros ministros Büchi, Foxley, Aninat, Eyzaguirre, Velasco, Larraín y Valdés.

José Ramón Valente

Economista