El punto y la recta
]Es un mal supuesto creer que los seres humanos son insensibles, lesos y apáticos y que no cambian sus conductas cuando cambian las circunstancias, como creen muchos economistas de izquierda.
La memoria es un verdadero enigma. Hay cosas que recordamos vívidamente y otras que se olvidan para siempre. De la época del colegio tiendo a recordar mucho mejor el tiempo con mis compañeros y el deporte que las materias que me enseñaron. Excepto, por supuesto, aquellas materias que nos enseñaron varios años consecutivos por los cambios de planes del Ministerio de Educación, como los griegos, los romanos y el teorema de Pitágoras. También están los recuerdos más exóticos. En mi caso, cuando escuché que por un punto pasan infinitas rectas y por dos puntos solo pasa una, se me quedó grabado para siempre.
Los economistas intentamos hacer predicciones del futuro en base a la información histórica y los modelos que hemos aprendido. La gran mayoría de los mortales piensa que somos mejores contando historias que haciendo proyecciones. En este sentido, los economistas de izquierda generalmente tienen más pachorra que el resto al momento de proyectar el futuro. Por ejemplo, el exministro de Hacienda Alberto Arenas aseguraba en 2014 que su reforma tributaria recaudaría 3 puntos porcentuales del PIB (aprox. US$ 8.000 millones) y que no tendría efectos negativos sobre la inversión y el crecimiento del país. La realidad mostró que la recaudación fue tan solo de 1,6 puntos porcentuales del PIB, es decir, la mitad de lo proyectado por Arenas; que la inversión cayó en cada uno de los cuatro años del gobierno de Michelle Bachelet y que el crecimiento económico durante Bachelet II fue el más bajo desde el retorno a la democracia y la mitad de lo registrado en el período presidencial inmediatamente anterior.
¿Por qué se equivocó tanto Arenas y por qué se tienen tanta confianza los economistas de izquierda a la hora de hacer proyecciones? Básicamente, porque ellos creen que los seres humanos no alteran significativamente sus conductas cuando ellos implementan sus políticas públicas. En una columna de 2014 en el diario ‘El Mercurio’, la reconocida economista de izquierda Andrea Repetto señaló: ‘El espíritu capitalista que los mueve (a las personas de altos ingresos) hace que sus decisiones de cuánto ahorrar sean altamente inelásticas a los impuestos’. En otras palabras, da lo mismo cuánto impuesto les cobren a los ricos, ellos van a ahorrar e invertir lo mismo.
Si el mundo funcionara como creen Repetto y los economistas de izquierda, efectivamente se podría predecir mucho mejor los efectos de las alzas de impuestos, la reforma previsional o la reducción de la jornada laboral a 40 horas, entre otras. Lo que hay detrás de la creencia de los economistas de izquierda es que los seres humanos no reaccionan ante los cambios en los precios (baja elasticidad de precio), por lo que el efecto de las políticas públicas se puede medir usando una simple regla de tres. Diez familias tienen US$ 100 millones, les cobro un impuesto al patrimonio de 1% y la recaudación proyectada es de US$ 10 millones: ¡Fácil! Es como conocer los dos puntos y proyectar la única recta que puede pasar por ellos.
Lo raro es que los seres humanos en su vida cotidiana la mayoría de las veces no se comportan como creen los economistas de izquierda. Cuando hay un taco, mucha gente busca rutas alternativas en vez de quedarse pasivamente en el taco; cuando sube el dólar, la gente viaja menos al extranjero y más dentro de Chile; cuando sube la tasa de interés aumentan los depósitos a plazo; con las rebajas de los CyberDays las ventas de todo tipo de artículo se multiplican; si hay una cola muy larga en un restorán, la gente se va a otro, etc. ¿Por qué habríamos de suponer, entonces, que si subimos el impuesto al ahorro, la gente no ahorrará menos y si subimos el impuesto al patrimonio los empresarios no se irán a emprender a otro lado? La verdad es que en el mundo real no conocemos los dos puntos por los que pasa una única recta. Por lo mismo, los efectos de una determinada política pública son bastante más inciertos y las soluciones posibles —las rectas— son múltiples.
Es un mal supuesto creer que los seres humanos son insensibles, lesos y apáticos y que no cambian sus conductas cuando cambian las circunstancias, como creen muchos economistas de izquierda. Es un mejor supuesto pensar que, así como las personas optimizan sus rutas y ajustan sus compras de supermercado cuando cambian los precios de los alimentos, también lo harán con su disposición a trabajar, emprender, ahorrar e invertir cuando la rentabilidad esperada de dichas actividades cambia. Por lo mismo, la reforma tributaria planteada por el actual Gobierno, que incluye alzas de impuesto al patrimonio y al ingreso, reducirá la inversión y el emprendimiento. El impuesto que se propone sobre los ingresos no consumidos que están en las sociedades de inversión reducirá el ahorro, y el aumento de los costos que propone la reforma de pensiones generará más informalidad. Esto no significa que dichas reformas no puedan hacerse, solo quiere decir que no nos podemos hacer los lesos con los efectos negativos que ellas generan. Qué fácil sería la vida si conociéramos los dos puntos por los que pasa una única recta. ¿Será por eso que los economistas de izquierda se ven como más relajados y menos estresados que el resto José Ramón Valente