La peor desigualdad es la pobreza
“Los países que derrotan la pobreza hacen una contribución mucho mayor por reducir la desigualdad en el mundo que aquellos que abrazan la retórica y las políticas públicas de la extrema izquierda”.
Corre el año 1990. Pedro, un joven soñador, está particularmente perturbado por los acontecimientos en Chile. La Concertación está decidida a mantener y profundizar las bases del modelo de economía de mercado. Propiedad privada, privatización de empresas públicas, precios libres, apertura del comercio internacional, incentivos a la inversión extranjera, etc. Incluso áreas políticamente sensibles, como el sistema privado de salud, el sistema privado de pensiones y las universidades privadas, han sido ratificadas por los nuevos gobernantes. Pedro no puede creer que una tímida alza de impuestos a las empresas para financiar mayor gasto social sea el único cambio en el modelo de desarrollo que se va a implementar en Chile.
Aburrido del neoliberalismo, Pedro decide abandonar Chile para forjarse un futuro en un país con convicciones más cercanas a las suyas: Ecuador. Gente amable, un nivel de desarrollo similar e incluso un tamaño parecido a Chile en términos de población. Un porcentaje alto de los ciudadanos, particularmente de la juventud ecuatoriana, adhiere a las ideas de izquierda y detesta el capitalismo, lo que hace prever que Ecuador se encamina a gobiernos de corte socialista. En los siguientes 30 años se suceden varios gobiernos de izquierda: Bucaram, Gutiérrez y Correa gobernarán el país durante esos años.
Cuando Pedro dejó Chile en 1990, un 40% de los chilenos vivía bajo la línea de la pobreza. Dado su nivel de educación y preparación, Pedro podía aspirar a un ingreso de aproximadamente US$ 9.600 al año, ubicándolo en el cuarto quintil de mayores ingresos en Chile. Es decir, un 60% de los chilenos tenía menores ingresos que Pedro. Al llegar a Ecuador, debe aceptar un ingreso anual de US$ 7.900, pero queda igualmente ubicado en el cuarto quintil de ingresos. La visión de Pedro es que el modelo socialista de Ecuador le permitirá acceder a un nivel de bienestar muy superior en el futuro y que bien vale la pena el sacrificio inicial.
Llega el año 2019, Pedro no puede esconder su frustración. Sus ingresos han aumentado tan solo a US$ 12.700 en los 30 años desde su llegada a Ecuador. Sigue estando en el cuarto quintil de la distribución de ingresos, pero Ecuador ha progresado poco. Sigue habiendo un alto porcentaje de gente pobre, la desigualdad no ha disminuido y el transporte y las carreteras son deficientes, los servicios básicos brillan por su ausencia en grandes sectores del territorio, la educación y la salud son de mala calidad. Los créditos hipotecarios son caros y escasos. Los hijos de Pedro difícilmente accederán a la educación superior.
Pedro decide mudarse de vuelta a Chile para darles una posibilidad de estudios superiores a sus hijos. A su llegada, su impresión es mayúscula: la mayor parte de sus amigos y compañeros de colegio tienen un nivel de vida muy superior al suyo. Mejores casas, mejores colegios, mejores autos, mejores carreteras, mejor acceso a salud y educación, menos violencia. De hecho, a pesar de que la mayoría de los amigos de Pedro sigue perteneciendo al cuarto quintil de ingresos, tienen mejor nivel de vida que el 10% más rico de los chilenos en 1990. Con un poco de pudor y un dejo de imprudencia, Pedro pregunta a su amigo José: ¿Cuánto ganas? Aproximadamente US$ 24.500 al año. Pedro en Ecuador ganaba exactamente la mitad (corregido por poder de compra).
El lector agudo de esta columna ya habrá constatado que no es que a Pedro le haya ido mal en Ecuador y tampoco que a José le haya ido particularmente bien en Chile. De hecho, ambos siguen formando parte del cuarto quintil de ingresos en sus respectivos países. Lo que verdaderamente ocurrió es que a los ecuatorianos con sus experimentos de izquierda les fue mucho peor que a los chilenos con su economía de libre mercado. Incluso más, al volver a Chile, Pedro ya no está en el cuarto quintil de ingresos con su sueldo ecuatoriano. En 30 años retrocedió al segundo quintil. Ahora, solo un 20% de los chilenos gana menos que Pedro y al menos un 60% de los chilenos gana más que él. En los 30 años que estuvo en Ecuador, a Pedro lo superaron en nivel de vida más de 7,5 millones de chilenos.
Muy sorprendido con la historia de Pedro, su amigo reflexionó: ahora por fin entiendo lo que una vez le escuché a Bill Gates cuando le preguntaron por la desigualdad en EE.UU. Su respuesta fue: “Después de viajar por el mundo he llegado a la conclusión de que la peor desigualdad a la que estamos sometidos los seres humanos es a nacer en un país pobre”.
Mi propia conclusión: Los países que derrotan la pobreza hacen una contribución mucho mayor por reducir la desigualdad en el mundo que aquellos que abrazan la retórica y las políticas públicas de la extrema izquierda y terminan ahogando el crecimiento y la creación de riqueza, principal fuente de reducción de la pobreza.
Nota: Las estadísticas corresponden a la realidad de Chile y Ecuador, según los datos del Banco Mundial. La evolución de Ecuador en los últimos 30 años es muy similar a la media latinoamericana, de manera que la comparación con Chile genera conclusiones similares respecto de cualquier otro país latinoamericano.
José Ramón Valente