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Los argentinos del pacífico
31 Diciembre, 2022
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Los argentinos del pacífico

RECUPERAR LA CONVIVENCIA CÍVICA EN CHILE, INGREDIENTE ESENCIAL PARA EL PROGRESO HUMANO, VA A REQUERIR DE LEYES MÁS ESTRICTAS

El 2023 terminará para Argentina como campeón del Mundial de Fútbol de Qatar y disputando la semifinal del campeonato mundial de los países con más inflación junto a Zimbabue, Venezuela y El Líbano. Un fiel reflejo de las contradicciones de la nación trasandina, donde coexisten personas entusiastas, creativas e ingeniosas, con una institucionalidad débil y una ética decadente.

Los países funcionan gracias a las tradiciones y normas de la sociedad y a las leyes que se han establecido para regular el comportamiento de sus ciudadanos. Si les pones una multa a los peatones por cruzar en la mitad de la calle, es posible que al cabo de algún tiempo los peatones dejen de hacerlo y que las nuevas generaciones crucen en el paso de cebra sin necesidad de que nadie se los diga. Esto es lo que explica que en los países nórdicos cada vez se necesita menos dotación policial.

En Argentina, como en la mayoría de los países latinoamericanos, hay tantas leyes y regulaciones absurdas y expropiatorias de la riqueza y la libertad, que la sociedad ha generado una tendencia natural a evadirlas. La decadencia de las normas de comportamiento cívico, leyes que no se cumplen y una institucionalidad débil, hace que proliferen los pillos y los chantas.

Nuestro querido Chile, hace poco más de 40 años, era una nación que además de pobre podía ser definida por su informalidad, por sus lanzas y por la multiplicidad de favores y privilegios de los sindicatos, las empresas y la clase política. De a poco y con mucho esfuerzo de varias generaciones, los chilenos comenzamos a aprender a respetarnos. Dejamos de rotearnos, comenzamos a manejar por la derecha, empezamos a castigar el uso de información privilegiada y la colusión. Nivelamos la cancha y eliminamos los privilegios. Generamos leyes y reglas claras que permitieron la proliferación de empresas en sectores que nunca nadie habría imaginado. Nos transformamos en el mayor productor mundial de arándanos, en el segundo más grande de salmones, entre los tres más grandes en producción de litio y en el mayor exportador de cobre. Latam pasó de estar en quiebra a ser la línea aérea más grande de América Latina, Falabella y Cencosud pasaron de ser una tienda de departamentos y un supermercado de barrio a ser los más grandes retailer de la región, y surgieron nuestros primeros unicornios. Todo esto derivó en que la pobreza se redujo desde un 45% a menos de 10% y Chile se transformó en el país más rico y de mejor calidad de vida de toda América Latina.

A partir de octubre de 2019, lamentablemente nuestro país ha sufrido una argentinización que va a costar décadas revertir —si es que alguna vez lo logramos—. Claramente no nos volvimos mejores para el fútbol, así que por ahí no va la cosa. Lo que copiamos de Argentina fue la depreciación de la convivencia cívica, su desprecio por las normas de convivencia de la sociedad y el ambiente tóxico para la creación de riqueza y de nuevas empresas.

Los chilenos nos estamos convirtiendo en los argentinos del Pacífico. Dejamos de pagar las cuentas, comenzamos a saltarnos los torniquetes del metro y a no respetar los semáforos por miedo a que nos asalten. Hay carpas instaladas por todo el centro de Santiago, las motos de delivery circulan sin Dios ni ley y los proyectos de inversión se rechazan por chat. La evasión del Transantiago es superior al 40%, Fonasa gasta un 53% de su presupuesto en licencias médicas (se estima que un 25% de ellas son fraudulentas). Hasta los padres dejaron de mandar a sus hijos al colegio (las inasistencias graves se duplicaron desde 2019 a la fecha llegando a cerca del 40% de acuerdo a un estudio realizado por el Ministerio de Educación).

Recuperar la convivencia cívica en Chile, ingrediente esencial para el progreso humano, va a requerir de leyes más estrictas y que se hagan cumplir con mucho más rigor. Generar los consensos políticos para esto ha probado ser muy difícil a través de la historia y particularmente en Latinoamérica. Por lo mismo, la demanda por gobiernos autoritarios está siempre latente en nuestro continente y probablemente crezca considerablemente en Chile en los próximos años. Una lástima y una verdadera paradoja para la actual generación de políticos de izquierda que nos está gobernando.

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