¿Una segunda oportunidad para el escorpión?
Chile requiere un nuevo liderazgo en que las convicciones de sus gobernantes estén alineadas con las necesidades y anhelos de nuestro país.
Los primeros días de marzo del 2018, el expresidente Sebastián Piñera reunió a todos los ministros que habíamos sido convocados para formar parte de su gabinete. La épica de convertir a Chile en la primera nación latinoamericana que alcanzara la calidad de vida de los países desarrollados desbordaba las paredes del recinto. El presidente Piñera tenía este anhelo, porque en los países desarrollados la educación, la vivienda, las pensiones y la salud son de buena calidad, tal como lo muestran los rankings internacionales en cada una de estas materias. En estos países las oportunidades de trabajo y desarrollo profesional son abundantes y la gente vive en paz, con bajos niveles de violencia y una buena convivencia cívica.
Cada cuatro años un nuevo líder convoca a su propio equipo con sus propias metas. La del actual gobierno fue refundar Chile para construir desde cero un país más justo e igualitario. Habiendo pasado dos años de la actual administración, sabemos que el proyecto refundacional del Gobierno fue rechazado por los chilenos. La violencia y la delincuencia se han transformado en la principal preocupación de la gran mayoría de las familias de nuestro país, la incertidumbre económica permanece alta, la inversión volverá a caer este año y el crecimiento potencial de nuestra economía apenas supera el 2%. Como afirma el dicho, quien siembra viento cosecha tempestades.
En este contexto, el Presidente Boric, en su Cuenta Pública de ayer, hace un llamado a derrotar el pesimismo, promete ser duro contra la delincuencia y hace proyecciones optimistas respecto del futuro económico de nuestro país. En lo personal, valoro las volteretas del Presidente, también destaco que el ministro Marcel haya administrado responsablemente las finanzas públicas y que el ministro Grau esté impulsando un proyecto para reducir la burocracia. Sin embargo, estoy convencido de que los líderes deben gobernar por convicción y no por conveniencia. La rana que se dejó convencer por el escorpión creyó que, a pesar de su naturaleza, al escorpión no le convenía picarla cruzando el río. Solo al recibir una estocada a medio camino aprendió que la naturaleza (las convicciones) es más fuerte que las explicaciones (conveniencia). Si la rana logró sobrevivir a la picada del escorpión, es poco probable que confíe en él nuevamente para ayudarle a cruzar el río.
El Presidente Boric y su coalición política son como un escorpión pidiéndole a la rana que lo ayude a cruzar el río por segunda vez, sabiendo que la primera vez la picó en medio de la corriente y casi pierden ambos la vida. La naturaleza de Boric y su coalición es la refundación de Chile, sobre la base de un Estado todopoderoso que desconfía de la empresa privada, de los empresarios y de la economía de mercado, y que valida la violencia como forma de producir el cambio social e institucional que ellos aspiran para Chile.
Como la necesidad tiene cara de hereje, en su Cuenta Pública, el Presidente invita a los empresarios locales e internacionales a invertir en Chile para retomar una senda de crecimiento y desarrollo. Pero, lamentablemente para sus pretensiones y para Chile, la rana ya aprendió la lección y no está dispuesta a subir al escorpión nuevamente en su lomo. La confianza se pierde muy rápido y cuesta mucho volver a recuperarla.
Chile tiene mucho buenos proyectos y oportunidades en carpeta. El cobre, el litio, el hidrógeno verde, las cerezas, los salmones, las avellanas, y muchos otros. También tiene importantes consensos transversales que, de materializarse, permitirán sin duda aspirar a enrielar a Chile en la senda del desarrollo. El sistema político, la “permisología”, la violencia, la delincuencia y la economía informal, entre otros, son todos temas en que una gran mayoría de los chilenos, y también los parlamentarios, han logrado acuerdos transversales para hacerles frente. Sin embargo, por la naturaleza del escorpión hace inviable pensar que, tanto oportunidades como acuerdos, puedan materializarse durante este gobierno.
Chile requiere un nuevo liderazgo en que las convicciones de sus gobernantes estén alineadas con las necesidades y anhelos de nuestro país. Chile requiere de un nuevo grupo de chilenos que quiera hacer de esta tierra la primera en América Latina donde sus ciudadanos vivan con la tranquilidad, la esperanza y la comodidad a la que solo aspiran quienes viven en un país desarrollado.